Trabajo realizado por Giah Brown Solano, estudiante de primer grado.
Movimiento
Movimiento de Jesús,
Juan el Bautista salta de alegría
al recibir el saludo de María.
Movimiento en el vientre,
en el camino de Nazaret a Belén;
movimiento en el burro, en el sendero,
buscando una casa, comida, una posada.
Movimiento en el vientre,
en las manos,
en los rostros desesperados.
¿Adónde pasaremos la noche?
Movimiento en el establo,
los animales se mueven;
movimiento en el vientre,
el cuerpo se estremece.
María puja,
José la sostiene;
los animales se agitan,
Jesús se mueve.
En la vulnerabilidad del niño Jesús
Encontramos el espejo de las memorias
de las niñas y niños de Palestina,
de los niños y niñas migrantes,
y de todas las infancias que sienten
el peso de la guerra y el dolor
anhelando movimientos de Paz y Justicia.
Movimiento en el vientre,
Jesús se mueve;
el establo entero se estremece.
El llanto de Jesús conmueve el espacio,
movimiento de la vida,
movimiento de esperanza.
Es el movimiento de Jesús.
Mola realizada por las mujeres Gunadules para navidad.
Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas. Y María les respondía: Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido; ha echado en el mar al caballo y al jinete.
–Éxodo 15:20-21
“La abuela cantaba en la hamaca a su hijita, cantaremos para no morir»
Cada 25 de febrero el pueblo gunadule conmemora la revolución gunadule de 1925. Cuando el gobierno colonial panameño, en miras del llamado “desarrollo,” decidió seguir una política opresora en contra de aquellos que según ellos no permitían tal “desarrollo” decidió que como indígenas los gunadule que eran salvajes y tenían que “civilizarlos.” Los policías obligaban a las mujeres a despojarse de las prendas que utilizaban en los brazos y piernas, los winis, las forjaban a quitarse el olasu (argolla de oro) de la nariz, se las obligó violentamente vestirse con el traje que traían los policías. Nuestras hermanas gemían por el maltrato de los policías. Se nos prohibía hablar nuestra lengua, practicar las ceremonias, incendiaron nuestras casas, profanaron las tumbas y tomaron las pecheras de oro de los cuerpos de las hermanas y mataron con sus armas a nuestros hermanos. Todas las comunidades sufrían este hecho violento hacia nuestro pueblo. Entonces nuestro pueblo decidió levantarse para luchar contra el sistema y los policías, recordaron los cantos ancestrales y la lucha de nuestras ancestras y ancestros quienes en época de la conquista también lucharon y resistieron a la conquista. Recordaban a Ibeler y sus hermanos (líderes gunadule contados en los cantos orales). Oraban a Nana y Baba (Mamá y Papá) nombre que nuestro pueblo le da Dios. Y su oración era constante, clamando a Dios. Se reunieron y crearon las estrategias. Las abuelas se prepararon también para vendar las heridas, y ayudar en los preparativos. En el mes de febrero en Panamá se celebra generalmente los carnavales, así que los policías al celebrar esta fiesta imponían sus músicas, bailes y tomaban mucho licor. La comunidad en su estrategia dejó que los policías lo celebraran. Y cuando estaban festejando, los atacaron. Estas memorias están atravesadas por la participación de las personas que vivían en las comunidades. Quiero compartir un relato escrito en honor a una niña que contribuyó con la bandera, símbolo de resistencia de la lucha de la revolución de 1925.
Revolución Dule: Tiene rostro de niña, tiene rostro de mujer
Nunca olvidaremos este sonido. El sonido del morbeb (caracol) de un 25 de febrero de 1925. Rostros pintados con nisar (achiote), en señal de lucha. Los urigan (guerreros gunadule), estaban listos para defender nuestra identidad. ¿Cómo olvidar aquel día de febrero de 1925, cuando nuestras abuelas y abuelos resistieron a las amenazas del gobierno colonial de arrebatarnos lo que por siglos habíamos cuidado: nuestra dignidad?
En un lugar oscuro en una comunidad gunadule, se escucha la voz de un policía: “No hablen en su lengua, no se vistan con mola (arte y blusa que usa la mujer gunadule), no practiquen sus ceremonias. ¡Es hora de que el salvaje sea civilizado!” Pero justo a esa misma hora se escuchan otras voces que decían: “Es tiempo de recordar nuestros relatos, los de aquellos guerreros que desde la época de la conquista han luchado por conservar nuestra identidad.”
Y mientras los hombres se preparaban para la batalla en una choza gunadule, una niña de once años confeccionaba la bandera de la revolución dule. ¿Quién se imaginaría que el arte de esta niña, sería el símbolo emblemático de la lucha de la nación gunadule? Mientras las mujeres y los hombres gritaban: “¡Que viva la revolución dule de 1925! ¡Waga Ebingili!”, María Colman gritaba en su mente y corazón a través de su arte “¡Que viva ese día, el día que jamás olvidaremos!” Aquella niña se unió al canto de nuestras abuelas y abuelos, para recordarnos que nuestra Revolución Dule también tiene rostro de niña, tiene rostro de mujer.
Me imagino a María la profetisa y a todas las mujeres con este mismo sentimiento de aquella niña, de las mujeres gunadules quienes al ver como Dios los liberó de la explotación, violencia, la conquista, colonialidades del imperio. Sus cuerpos manifiestan la danza de la liberación, el canto de la libertad. Ella cantó, la pandereta sonó y retumbó como voz de Dios en el corazón de la comunidad que vio las memorias y proezas de su libertador. Cuerpos liberados danzaron, las mujeres danzaron, los sentidos expresando el movimiento de la Ruah en ellas. Es ese soplo de La Espíritu que se mueve que nos emancipa de aquello que quiere esclavizarnos. Y cuando el cuerpo se mueve y toca el piso, junto con la Tierra estremece la alabanza al Dios de la libertad. No se dice mucho de ellas, pero aún el silenciamiento en los relatos de la participación de la mujer, no pudieron ahogar este símbolo de la libertad.
Un espacio muy importante que ocuparon las mujeres en ese periodo previo a la configuración de la teocracia judía fue el espacio religioso. Las fuentes epigráficas y arqueológicas sustentan las funciones de las mujeres en estas áreas. María canta, su himno precedido al de Moisés, quizás todo el himno fue cantado por mujeres.
Del silencio de los relatos bíblicos muchas veces se hacen en relación con la participación de la mujer en aspectos de liderazgo. Pero todo canto que sale del corazón que ora a Dios no será silenciado jamás, aún los anónimas porque el creador, la creadora, lo devolverá como resistencia y fuerza para las nuevas generaciones de mujeres quienes recordamos las memorias de nuestras ancestras. Unidas al círculo del tejido de la sororidad.
Los ritos, las ceremonias, las danzas en las culturas indígenas son símbolos que muestra el corazón del pluriverso de un pueblo, mantienen la identidad de los pueblos sin ellos, no hay preservación de la vida de una nación, no hay preservación de la vida. Cantamos con María, cantemos con las hermanas gunadule, con las mujeres indígenas:
Somos hijas de la nación gunadule Somos hijas de Abya Yala, Tierra salvada Amada por Nana y Baba Tierra madura, Tierra de sangre En nuestras venas llevamos la resistencia, la danza, el canto de nuestras abuelas
Nana y Baba nos dieron vida Cantamos desde que nacemos Las abuelas nos cantan y su canto se une con la de la Gran Madre
Al nacer cantaron es niña y la comunidad celebró el nacimiento de una mujer envuelta con el misterio y gracia de la sabiduría de Mamá y Papá. Envueltas en capa de sabiduría, momoll, metamorfosis de la vida
Nuestro lamento por la espada de los conquistadores se convirtió en canto Cuando el sol se volvió sangre Y los gritos de nuestras abuelas y abuelos se escucharon El cielo trono LLuvia cayó Y la Tierra se estremeció El río creció Y se llevó el cuerpo de los malvados
Nuestro llanto se transformó en canto Danza, nuestros cuerpos liberados, unidos con la danza de la Tierra Hicimos nuestros ritos, las mujeres celebraron las ceremonias Nos vestimos con nuestros mejores atuendos La mola, el wini, el olasu desfilaron triunfantes
Nos unimos al canto de las mujeres Somos hijas de la Gran Madre Corre en mi ser la sabiduría que pasaron de generación en generación a través del cordón umbilical la virtud de las mujeres. Somos sobrevivientes de las memorias de terror, Somos las hijas de Dios Los jinetes y los caballos han arrojado al mar. Las espadas del conquistador fueron quebradas por la lluvia frondosa en el Abya Yala
El canto de las mujeres, de las mujeres indígenas, de la mujer gunadule, el canto de Miriam no será silenciada, jamás, la divinidad que tiene rostro de mujer nos ha liberado.
Parecen fantasmas, pasan a nuestros lados, puedes sentir sus pisadas, hueles su aliento, ves sus huellas, la selva escucha sus gritos. Pero son invisibles. No los vemos o no los queremos ver.
Seiko, un joven del Congo, se preguntaba ¿Dónde están nuestros hermanos? ¿Dónde están nuestras hermanas? Nadie nos escucha, nadie nos ve. Somos los invisibles.
Por más de 500 años Panamá ha sido zona de tránsito. Tránsito de oro, de humanos, de poder, de ambición, de esperanzas. Conquistadores, piratas, corsarios, pueblos indígenas quienes han estado convergiendo con sueños, anhelos, pasiones algunos con propósitos loables y otros con deseos enfermizos de ambición y poder para destruir.
Si tan solo pudiéramos tener la capacidad de escuchar la voz de la selva de Darién; escucharíamos historias de tragedia, de amor, de supervivencia… La jungla te contaría memorias peligrosas que la selva quisiera que nunca se hubieran vivido en este misterioso y enigmático lugar. Pero aunque nos parezca lejana esta historia, esta realidad se vive hoy en el Darién, parece un deja vu. Hoy con otros rostros, con otras voces, pero sigue siendo la historia de los invisibles.
Miles de humanos caminan, suben valles, nadan los ríos y mares. Y mientras lees esta historia ellos siguen transitando en el Darién; sus cuerpos casi moribundos, sus lágrimas se pierden con la fuerte lluvia, su voz se ahoga con el rugir del puma, sus rostros son cubiertos por lo frondoso de la selva, el rugir de su estómago se desvanece con las voces de los animales salvajes; con un solo deseo, el deseo de una vida plena para ellos, para sus hijos e hijas.
El tapón de Darién, espesa y peligrosa zona selvática de 266 kilómetros compartida por Panamá y Colombia, ruta de migrantes, narcotraficantes, madereros ilegales y de poblaciones indígenas. Allí, se entrecruzan los rastros de los pies de migrantes que vienen de distintas regiones de América, África y Asia; luchando con un solo objetivo llegar Estados Unidos. Pero en esta travesía angustiaste se encuentran burlados y engañados por personas que le cobran diciéndoles que les pueden guiar por el tapón de Darién y los dejan tirados a su suerte por Cabo Tiburón. Rostros de niños, jóvenes, ancianos, mujeres, de hombres, huyendo de la guerra, del hambre, niños que quieren reunirse con sus padres porque emigraron de Sur América a Estados Unidos. Mientras caminan en la inhóspita selva, piensan ya falta poco para libertad y eso le da fuerzas para continuar.
Pero cuanda pasan por el río Turquesa hacen silencio, en reverencia a los cientos de personas que han muerto.
Pregúntale al río, él ha sido protagonista y testigo mudo de este fatídico último momento: la muerte.[1] Darién, Darién por ti han pasado miles de migrantes, pero para muchos parecen 0. Llamemos a juicio al año 2015, 2016, 2017,2018, 2019. ¿ Cuántos han sido? ¿ Cuántos? Y aunque se escucha un rumor que son 81 mil, la realidad es que son muchos más los invisibles que pasan por el Darién.
En estos días, mientras lloraba amargamente por esta tragedia, escuche la voz de una niña, estaba con su papá y sus dos hermanitas; la doctora llegó, intentó salvarle la vida al papá. Una hora dándole RCP, el papá no sobrevivió. Y en medio del silencio, todos mirando a los niños, uno de 13, otro de 10 y el menor de 3. Las niñas de 13 y 10 gritaban en Francés Jesús, Jesús.[2]Y mientras ,por primera vez, ví a los invisibles. Me quedé pasmada, el grito de estas niñas era desgarradora. Y yo me pregunté ¿ Dónde está Jesús? ¿ Dónde está? Cuando una vez más en el grito de las niñas me pude ver reflejada. Jesús está, pero su iglesia ¿donde está?. Los invisibles son visibles para Jesús, ¿pero para ti? ¿Para mí? quizás siguen siendo invisibles.
Cuerpo de Nabgwana pintada con achiote
Tejido de colores como el arcoíris en el cielo
La Tierra de color rojizo como es el color de nuestra piel
Cerros de colores, verde, chocolate, amarillo, negro
Las hermanas árboles danzan de alegría
La fiesta de la vida
Ologwadule se pasea con su mejor vestido
Ataviada con colores que jamás habíamos visto
Ologwadule está vestida con la mola ancestral
Nuestra ancestra la pudo ver en Galu Dugbis
Si nuestra abuela Olonagergiryai
Recorrió el camino negada para los hombres
Travesía sólo para las mujeres
A ellas a nuestras abuelas se les dio el don de profundizar y entender Galu Dugbis
Árboles pintados con diversos diseños
Hermoso el rostro de la Madre Tierra
En la rama, en los tallos, en el tronco en las raíces la esencia de su ser
Cuerpos de mujeres pintadas de colores
En su piel podemos ver las líneas geométricas
Formas de la madre tierra plasmada en nuestros rostros
Textos vivientes que podemos leer
Nana Olonagergiryai profundizó en el arte
Con todos sus sentidos sintió la casa
Ella exclamó “an neg itosi”
Su corazón se encontró con el tesoro para el pueblo guna
Una lengua única que no pronuncia palabra alguna
Sus manos tejedoras entretejen hilos y telas de distintos colores
Las abuelas son capaces de hablar una lengua desconocida
Sus relatos expresan una gran obra de arte
Las manos entrelazadas por medio de colores plasman el dolor y la alegría de la Madre Tierra.
Nana Olonagergiryai les enseño a nuestras abuelas el arte y la forma de comunicación de la mujer gunadule
Capas envueltas, metamorfosis que generan vida
Sabiduría encubierta que nos ilumina la casa
Piel que nos protege del mal
Siluetas de animales que recrean la comunidad
Relato ancestral el canto de la Tierra
Tejedora de la memoria de nuestro pueblo
Tus manos siguen mostrando lo hermoso del pueblo gunadule
La mola arte que comunica la vida del pueblo
La fuerza de la mujer guna
Su profundidad y amor hacia Ologwadule
Cuerpo de Nabgwana pintada con achiote
La Tierra de color rojizo como es el color de nuestra piel
Ologwadule se pasea con su mejor vestido
Ataviada con colores que jamás habíamos visto
Ologwadule está vestida con la mola ancestral
Movimiento Movimiento de Jesús, Juan el Bautista salta de alegría al recibir el saludo de María. Movimiento en el vientre, en el camino de Nazaret a Belén; movimiento en el burro, en el sendero, buscando una casa, comida, una posada. Movimiento en el vientre, en las manos, en los rostros desesperados. ¿Adónde pasaremos […]
“Caminar con otrxs en la travesía de la vida es reconocer la fuerza de crear tejidos en comunidad”. Les invito a que me acompañen en esta ruta, este espacio ha sido creado para tejer con otros.