Cantó y vida surgió….Dios se inspiró y cantó, cantó y vida creó. Su voz orquestó la sinfonía que jamás habíamos escuchado, vida trajo a todo el cosmos. El principio de la nota fue Shalom , paz para todas y todos. Las ondas de su voz en aumento se mezclaron de colorido trayendo verdor, fruto, movimiento, las aguas se movían sobre la faz del abismo. Sí había movimiento de vida por doquier. La diversidad era parte de este momento majestuoso y no paraba de multiplicarse, nuevas formas, nuevos colores, nuevos sonidos, nuevos sabores… El cielo y la tierra se unieron para ser testigos de esta obra de arte. Y mientras entonaba su nueva partitura , su canto nos inspiró para unirnos a su voz, cantamos junto a su coro. Hermosa polifonía que inspiraba danzar, nuestros pies se unían a la tierra y nos movíamos de tal manera que creamos un sonido inspirador.

Como un gran director de orquesta dirigió toda la tierra y el cielo para que en ella se formaran nuevos seres vivos. Y se reía a carcajadas deleitándose como la niñez cuando juega. Jugaba con todos los sentidos creando seres microscópicos, seres enormes, animales, plantas y deliciosos frutos. A su partitura le añadió polvo de vida, le añadió discernimiento, le añadió conocimiento para re-crear y organizarse en esta choza que llamamos tierra, mientras creaba al ser humano. Cada estrofa de la partitura tenía un Selah para disfrutar de esta obra de arte.

En un abrir y cerrar de ojos nosotros cambiamos la partitura y un lamento surgió, una nota que jamás habíamos escuchado. Era el lamento de Dios, su voz hizo silencio, cielo y tierra lloraron con un gemido que estremeció el cosmos. Los seres se vistieron de luto, hubo un Selah prolongado. El silencio fue la respuesta al dolor. Y surgió desde el lamento, un nuevo canto, el canto de la roca. Y los seres vivos se preguntaban ¿quién era esa roca?, no lo reconocían, su rostro era misterioso. Pero en medio de su desconcierto esa voz se hizo más fuerte, esa roca tenía agua de vida, vida que trajo al desierto. Esa hermosa roca entonó el canto de los redimidos de quienes tenemos una nueva oportunidad para aprender a cantar, cantos de esperanza, justicia y libertad.

Se nos mostró una partitura antigua que habíamos olvidado por no traer a la memoria los grandes hechos de Dios. En ella el gran Director de orquesta escogió músicos que pudieran entonar la melodía que diera vida al cosmos y juntos una vez más entonarían las primeras notas shalom . Buena noticia para todo ser vivo que respira aliento de vida. Una vez más hubo movimiento, colorido, sabor, verdor, diversidad, sonidos… El gran Creador jugaba con

la música y creaba nuevas piezas para entonar. Una vez más el cielo y la tierra fueron testigos de su profundo amor.

Y allí cuando el cosmos preguntaba quién era ese gran autor, el rostro misterioso se develó. Era el rostro de Jesús quien siempre estuvo presidiendo la gran orquesta. Y así como los peregrinos israelitas fueron guiados por la columna de fuego y de nube, el cosmos fue dirigido por el gran Dios quién nos liberó. Junto al camino, en distintas épocas, nos unimos para cantar el canto de los peregrinos liberados. Uno tras otro se sumaron para seguir componiendo la más sublime obra musical que jamás habíamos escuchado, la partitura de la liberación y dentro un Selah prolongado que nos recuerda detenernos para escuchar la voz del solista, la singular voz de la roca, la voz de “Jesús” , el Creador. Su filarmonía destello esperanza, el solista, siguió cantando. Y cantó, cantó y cantó recorriendo la partitura de shalom para el cosmos. ¡Buenas noticias para todas y todos!, su voz como el estruendo de una catarata se escuchó en todo el universo y a ese nuevo cantar se unió la tierra y el cielo como testigos de su amor.

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