En una comunidad de la nación Gunadule se escucha el cantar de un líder en la casa del congreso. Su relato cuenta lo siguiente: “Los abuelos construían su choza, tenían buenas chozas, pero sin orden, sin la forma compacta que tenemos hoy. Entonces Ibeorgun, enseñó a los ancianos a construir mejores chozas, a definir bien todas las partes que la constituyen, a darles identidad. Llamó, buwar al palo que se coloca en el centro de la choza, –macizo, recto, difícil de pudrirse, pesado para que lo levante una sola persona. Uuusor, denominó al palo donde reposa el nagubir de los extremos. Nominó baggu, nagubir a otros palos que permiten ser verdadero  buwar al poste central. Esos palos menores mantienen al buwar, lo sostienen; dan solidez a toda la choza. El palo fuerte debe apoyarse sobre los más pequeños para que el más fornido dé fuerza a los más débiles, y a su vez, tome de ellos su vigor y su estatura.

Los palos conversan entre sí. El palo fuerte, el potente buwar, dice a otros palos amigos suyos: ¨Yo no puedo solo¨. No puedo sobrellevar solo el peso de toda la choza.  Soy fuerte pero ustedes son quienes me dan su resistencia, su flexibilidad y me las dan para mantener toda la choza, toda la casa, para que la choza no se la lleve el viento, para que el temblor de la tierra no la desbarate. Por eso necesito de ti, dior, aunque seas el más pequeño; necesito a magged para que me ayude. El amigo saderbir también me va a dar una mano. Todos necesitamos la mano de todos. Necesitamos delsargi. El sargi, nos va a unir para que no nos vayamos cada uno por nuestra cuenta. Los palos fuertes tenemos necesidad de otros pequeños. Cuando todos quedamos unidos por el sargi, el gran bejuco, cuando nos sentimos unos pegados a otros, estamos en capacidad de sobrellevar el peso de sosga, que viene a cubrir nuestros huesos. No podemos permitir que uno solo lleve el peso, aunque seamos más fuertes. Todos   unidos nos tenemos que defender contra la agresividad de los vientos, temblores de tierra que nos van a sacudir. La casa es de todos los que ponemos los hombros para mantenerla firme.” Es de esta manera que el sagla (líder) de la comunidad gunadule sigue cantando el relato. Y es desde esta narrativa que el pueblo gunadule se constituye como comunidad.

A partir de ella quisiera plantear algunas preguntas que creo tiene implicaciones importantes en nuestro ser y quehacer como comunidades de fe cristianas. ¿Qué tienen los pueblos indígenas que aportar a la iglesia? ¿Son un “campo de misión” o será un espacio donde Dios ya está obrando?  ¿Cómo crees que el encuentro con los pueblos indígenas debería replantear la manera de vivir nuestra fe?

Pero por otro lado también quisiera sugerir unas breves reflexiones que surgen de mi caminar en comunidad con otros, reconociendo el rostro diverso de Dios con mis hermanos y hermanas en Abya Yala quienes vivimos y resistimos desde nuestras espiritualidades en un mundo donde se quiere imponer su hegemonía y de la cual nosotros como parte de la iglesia no estamos exento. Como diría mi pueblo gunadule intentan matar el espíritu gunadule. En las palabras de Boaventura de Sousa Santos, es causar epistemicidio, o sea, la destrucción de saberes propios de los pueblos causada por el colonialismo e imperialismo europeo y norteamericano (europeos desplazados).

Estas muertes distan del corazón del evangelio y de la cual Jesús hace una fuerte denuncia. Porque el evangelio que nace del corazón de Jesús, trae vida y vida abundante (Juan 10:10). Por tanto conocer y valorar el corazón y el universo simbólico de los pueblos donde rebosa la presencia de Dios también es la invitación que nos hace evangelio de mirar el Reino más allá de nuestras fronteras teológicas y re-imaginarnos nuevas formas de ser iglesia . Allí que creo que se hace necesario seguir profundizando y abordando desde la  teología del encuentro y desencuentro.

Es a partir de ella que quisiera provocar el diálogo en nuestra manera de entender el ser iglesia desde la pluralidad de fe cristiana, a esto me refiero a la interculturalidad en el modo de ser iglesia.

¿Cuáles son algunas de las características de esta conversación intercultural ? ¿Y qué enseñan la espiritualidad y la fe indígena a la iglesia mundial? Aquí hay tres puntos clave:

  1. Las voces indígenas proponen una visión integral (y holística) de la comunidad, respeto a sus ambiente social y cósmico. Considere la canción de la nación gunadule con la cual empezó este post. Todos los seres vivos están en una relación interdependiente y se necesitan. Estas relaciones de interdependencia afectan nuestras vida positivamente o negativamente. Aquí hace eco la voz de la Tierra. Necesitamos aprender de esta convivencia cósmica.
  2. Las voces indígenas proponen una nueva manera considerar las relaciones sociales en contraste con las formas de vida modernas y capitalistas que permean el cristianismo actual, las cuales están fuertemente impregnadas por el utilitarismo, individualismo, consumismo, el patriarcado y con una competitividad caníbal.
  3. Las voces indígenas proponen otra forma de comprender el encuentro con distintas culturas, no desde las colonialidades sino desde la convivencia, reconocimiento y valorización desde lo plural y diverso, tal como nos llama el evangelio. Ya no hay judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer, porque todos ustedes son uno con Cristo Jesús. Gálatas 3:28.

Por eso la cuestión en un principio es que debemos replantear nuestra convivencia con los demás y esto no solo con el ser humano, si no con el cosmo. Desde nuestra fe como cristianos debe ser parte fundamental en nuestro credo y no debe tener una lógica colonizadora. Ya para muchos pueblos en este caso para los pueblos indígenas el solo hecho de escuchar la palabra “misión” tiene una lógica colonizadora.  Pero además nuestra falta de reconocimiento de la presencia de Dios en los pueblos, en este caso en los pueblos indígenas del Abya Yala (América), nos impide ver el rostro de la Creadora/ del Creador de maneras misteriosas que desconocemos. Pues Dios ya estaba antes que llegara el cristianismo. Por eso la pregunta no es: ¿qué puede hacer la iglesia por los pueblos indígenas? Sino: ¿qué debe la iglesia aprender de los pueblos indígenas? Podemos decir que este interrogante responde más concretamente a una mirada cercana al corazón de Jesús.

Un día soñé que podía danzar, celebrar a Dios en profunda armonía con la Tierra. Desde el viento escuche su voz, desde el  fuego pude ver su brillo, desde el agua me vi reflejada, desde el polvo me olí y cuando desperté todo era de gran colorido.

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